Artículos
Planeta Tierra: ¿Punto de encuentro de almas?
Por Antonia Cantos Altimira (Llinars del Vallés, Barcelona, España)
Estimados lectores:
Deseo compartir con ustedes una regresión que hice en el último módulo del curso intensivo de formación en TVP en Barcelona.
Para mí ha sido muy difícil transcribir esta regresión porque en primer lugar no me lo permitía la emoción tan fuerte que me embargaba y, en segundo lugar, cuando lo veo escrito no me acaba de gustar porque pierde mucho significado. Lo he hecho lo mejor que he podido aunque no me satisface totalmente.
Tampoco sé si esto es la verdad, una parte de la verdad, mi verdad o nada en absoluto. Pero si sé que yo lo he sentido totalmente, plenamente, con todo mi corazón y con toda mi alma y tambien sé que todos estos sentimientos encajan perfectamente en muchas cosas que yo no entendía de mi vida desde que era muy niña.
Espero que esta experiencia de alguna manera ayude o interese a alguien. Ese es mi deseo pues no sé muy bien para qué me sale esta regresión en donde no hay trauma.
Regresión
Siento que estoy en el aire Miro hacia abajo y veo nubes que se desplazan muy lentamente Ahora pareciera que las nubes se separan, se abren y puedo ver qué es lo que hay por debajo de ellas. Veo la superficie de un planeta que todavía está en formación; hay gases, fuego, humo y de pronto, sé que ese planeta es la Tierra.
¡Mi sorpresa no tiene limites! Pienso: si esto es la Tierra, ¿qué o quién soy yo?
Me observo a mí mismo. Vuelve la sensación de que me desplazo en el aire como si fuese una nube. Entonces me doy cuenta de que no soy una nube. Soy un ser luminoso y me desplazo en una especie de nave-nube junto con otros seres como yo. Al observarlos sé que son mis hermanos y siento que estoy muy unido a ellos.
No me siento ni hombre ni mujer, pero hablo de mí en masculino. Mis hermanos son como yo, sienten como yo. Pareciera que el pensamiento es en parte compartido, pero somos seres individuales.
Soy un observador, observo cómo se forma la Tierra. Lo observo en forma directa y también lo miro a través de lo que semeja ser un monitor de datos. Pareciera que algo no marcha exactamente según lo previsto pues hay partes del planeta que no se enfrían adecuadamente. Pido a otros hermanos que vengan para resolver este problema y entonces llegan en esa especie de naves-nubes que son planas y gigantescas. Estas naves-nubes se acercan al planeta y empiezan a soltar una especie de lluvia, tal vez sea simplemente lluvia.
Trabajamos desde otra dimensión. Me doy cuenta de que hay dos tiempos al mismo tiempo, uno es el tiempo en el cual estamos nosotros y el otro es el tiempo donde se está formando el nuevo sistema. Podemos cruzar sin problemas de un tiempo a otro.
Mientras estos hermanos se ocupan de ese trabajo nosotros nos alejamos en dirección a otro planeta. Observo y veo que está listo para ser sembrado. Ahora me doy cuenta de que soy un "observador" y también un "sembrador de vida". Descendemos a este otro planeta en unas esferas blanco azuladas individuales.
Este planeta es Venus. Ahora me encuentro en la superficie del planeta y llevo conmigo unas bolitas de luz viva, del tamaño de unos cinco centímetros de diámetro. Cada una de estas bolitas es un ser individual en un estadio ya un poco avanzado. Estos seres son muy delicados y hay que depositarlos con las manos, con suavidad y cariño, uno a uno, sobre la superficie del planeta. Mis hermanos están haciendo el mismo trabajo que yo.
Terminado este trabajo volvemos a la Tierra. Observo cómo va todo mirando directamente al planeta y también observando a través del monitor. Todo anda bien por lo que ya podemos empezar con nuestro trabajo. Descendemos hacia el planeta en nuestras esferas individuales blancas y azules. Esta vez no bajamos a la superficie. Cuando al parecer estamos en posición, avanzamos todos al mismo tiempo dejando caer algo parecido a la nieve, es como si nevara.
En realidad, lo que ocurre es que estamos sembrando la vida en la Tierra. Al hacerme consciente de esto siento que me embarga una emoción muy fuerte de felicidad. Es la certeza de que yo voy a formar parte del "plan", de que voy a colaborar en este experimento, de que voy a ser parte de él.
Lo que estamos sembrando son pequeños puntitos de luz, puntitos de vida, pero todavía están en una fase muy primaria. Cuando los puntitos de luz viva tocan la superficie del planeta, dan medio giro sobre sí mismos y penetran en el suelo.
Volvemos a retomar nuestra posición de observadores en el espacio, todo va bien. Ahora veo cómo el tiempo terrestre pasa muy de prisa pero en mi dimensión, no. En el planeta empieza la vida vegetal.
Estoy situado por encima de la primitiva atmósfera, en mi lugar de observación. Además de los cuatro hermanos que están conmigo en mi nave-nube hay otras naves-nubes situadas como nosotros en otros puntos a lo largo y por encima de la atmósfera. Observamos y esperamos el tiempo de entrar en este sistema.
(Aquí, en este punto de la regresión, el terapeuta me lleva atrás en el tiempo.)
Me veo entonces en una especie de aula tipo universitario. Estamos sentados en filas de asientos que forman medio círculo y cada fila está más alta respecto a la anterior. Adelante y abajo hay una mesa rectangular a la cual están sentados cuatro seres muy luminosos y de un tamaño más grande que el nuestro; son nuestros hermanos mayores.
Ellos nos muestran el "plan" y cuál es nuestro trabajo en una pantalla gigante. Todo ocurre como en una transmisión de pensamiento, en un segundo, y más que saber nos llega el sentir del "plan".
Y este es el "plan":
Este sistema es creado como punto de encuentro. Es una oportunidad especial de evolución. Este planeta, la Tierra, es un regalo muy precioso que se ofrece a todas las criaturas del universo para que puedan encontrarse pues de otro modo jamás podrían coincidir.
Será la oportunidad de evolucionar juntos y así, todos estos seres tan distintos los unos de los otros, podrán aquí crecer y comprenderse aunque en realidad una vez aquí no tendrán otro camino: comprenderse o perder en el intento. Pero a pesar de todas las luchas llegaremos a la unidad.
Mis hermanos y yo vamos a colaborar ayudando a estas criaturas a adaptarse a este nuevo lugar, formaremos parte de esta evolución. Lucharemos y aprenderemos juntos y así, al final de este tiempo, estaremos preparados para ayudarles a conseguir esa unidad porque habremos estado en todos sus cielos y en todos sus infiernos ya que se habrán convertido en los nuestros.
Todavía fui un poco más atrás en el tiempo y me vi con mis hermanos en una sala que parecía infinita donde todo estaba bañado en una luz muy blanca que no molestaba nada. Había otros seres como nosotros, pero de tamaño más grande. Sentíamos a estos seres como si fuesen nuestros hermanos mayores. Era como si hubiéramos sido creados para lo que iba a acontecer y ellos estaban ahí para ayudarnos.
Todavía están.