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Más allá del psicoanálisis. Volver al pasado para sanar el presente.

por Lic. Claudia Adriana De Vincenzi

Introducción
Sigmund Freud y Carl Jung descubrieron que nuestros mayores dolores, los    temores profundos y los traumas que más nos afectan, están profundamente ocultos dentro de nosotros mismos.
Otto Rank, psicoanalista y discípulo de Freud, sostenía que el nacimiento  y la vida intrauterina quedaban grabados en el inconsciente, atribuyendo el desarrollo de las neurosis a la experiencia traumática del nacimiento.
A fines del 1800 Freud afirmaba que el síntoma era la repetición de una situación traumática o de su recuerdo, no descargado por abreacción. Para que un acontecimiento tuviera carácter traumático debía estar cargado afectivamente. Estos recuerdos, no descargados mediante la abreacción,   permanecían inconscientes, y la única forma de acceder a ellos, era a través de la hipnosis.
Cuando Freud y Josef Breuer descubren el método catártico comprueban también que el relato de las fantasías le traían un gran alivio al paciente.
En el caso clínico de Ana O., Freud relata: "…la hipnotizaba, luego le pedía que se concentrara sobre todo en el síntoma que estaba tratando.  Entonces Ana, describía los acontecimientos relacionados al síntoma y Breuer, sorprendido, observaba que, cuando ella los podía relatar, los síntomas desaparecían”.
En 1919 Jung afirmaba que el enfermo padecía en el alma y, en 1940, Garma, apoyado también en el análisis de los sueños, reivindica el papel fundamental de la situación traumática en la causa de las neurosis.
Años después, Jamil Abuchaem (P), miembro didacta de la Asociación Psicoanalítica Argentina, con quien me formé durante algunos años, afirmaba lo siguiente:
“Los síntomas no son intentos de elaborar situaciones traumáticas, sino que son repeticiones de dichas situaciones traumáticas, enmascaradas, impuestas por mandatos del Súper Yo, el cual se sirve de la realización de deseos para llevar a cabo una doble tarea: enmascarar las situaciones traumáticas y mantener al sujeto fijado a ellas”.

La terapia de regresión: una psicología con alma
A lo largo de nuestra vida transitamos diferentes etapas. Sin embargo, en cuanto a la memoria, estamos atrapados y condicionados por vivencias anteriores y por las emociones que de ellas se desprenden.
Vivimos el presente con una realidad deformada por las proyecciones del pasado. Si un acontecimiento actual se asemeja a alguna herida infantil, este hecho se cargará de sufrimientos anteriores que amplificarán el dolor.
Cualquier suceso traumático que ocurra durante la gestación o en nuestros primeros años de vida quedará registrado en nuestro inconsciente.
Con el tiempo, estos recuerdos se olvidarán, pero la carga emocional permanecerá intacta y, desde allí, determinará nuestra conducta, nuestra forma de vida y nuestra respuesta frente a situaciones similares.
Aunque las ignoremos, las emociones reprimidas conservan su dinamismo y nos envían mensajes sin cesar. La fuerza que empleamos para mantener estas emociones reprimidas provoca una tensión interior permanente. Muchas veces, esta tensión se traduce en enfermedades psíquicas o físicas que no comprendemos.
La terapia de regresión permite retornar al origen de estos hechos reviviéndolos durante la sesión tal como han sido y con las mismas sensaciones corporales que entonces. El objetivo es confrontar y liberar estas emociones negativas que hoy nublan nuestra cotidianeidad.
A medida que avanza el trabajo terapéutico comenzamos a ser más activos y menos reactivos. Esto nos permite crecer y desarrollar nuestra creatividad, vivir nuestras emociones y disfrutar con ellas, siendo capaces de sentirnos conectados e integrados como seres humanos totales.
Nuestros miedos, -nuestra sombra-, producen la enfermedad y el enfrentarnos a ellos podrá sanarnos y hacernos libres.
Suele suceder que durante una regresión un paciente se traslade a escenarios que no tienen que ver con su existencia actual. Es entonces que hablamos de Terapia de Vidas Pasadas o TVP.

Terapia de vidas pasadas
La TVP es una técnica psicoterapéutica transpersonal que utiliza un estado ampliado o expandido de conciencia para traer a la memoria consciente experiencias traumáticas no resueltas en una vida anterior para trabajarlas terapéuticamente y liberarlas, poniendo fin a esas experiencias como fuente de dolor en el presente.
La técnica se basa en la premisa de que las emociones asociadas a experiencias traumáticas no resueltas en existencias anteriores no se agotan con la muerte sino que se instalan en la memoria del alma en forma de energía.
Los antiguos sabios hindúes llamaron a estas energías "samskaras" y “vasanas”, impresiones pasadas y tendencias latentes respectivamente, que condicionan la vida de las personas dando origen a miedos, angustias, creencias, mandatos, conductas repetitivas, conflictos vinculares y preferencia o aversión por determinadas elecciones.
Frente a muchas situaciones de la vida cotidiana respondemos sin saberlo impulsados por fuerzas inconscientes y, cuanto más insólita y exagerada es una reacción, lo más probable es que sea originada por un  “samskara”.
La situación actual actúa como gatillo reactivando la memoria emocional del pasado que pugna por salir.
La TVP permite ir al origen de estas emociones para identificarlas y liberar la energía atrapada en ellas. Para lograr esto es necesario traer a la conciencia el hecho que las originó, sintiéndolo vivamente en el presente.
Según Morris Netherton, los síntomas físicos que son parte de una muerte en una vida pasada se llevan a una nueva concepción. El cuerpo siempre trae la memoria de hechos de una vida pasada. Por ejemplo, la diabetes puede recordar el pasar hambre; una migraña puede ser la memoria física de un ahorcamiento y una esclerosis múltiple podría ser el recuerdo de la muerte en un campo de batalla con heridas que paralizaron el cuerpo.
Para el alma el tiempo no existe y todo sucede simultáneamente. Por eso la TVP es una terapia del alma. Porque los dolores están en el alma y es el alma lo que buscamos sanar transformando el mundo interno de la persona.   Al curar el alma, el cuerpo, que expresaba el dolor del alma, se sana.  
Las regresiones se desarrollan en el plano físico, mental, emocional y espiritual. Se trata de una experiencia personal y directa donde el terapeuta acompaña y asiste al paciente para que encuentre su verdad, ayudando a que la persona descubra lo que tiene que descubrir.
Esta experiencia conmueve profundamente todas las estructuras psíquicas y emocionales del individuo porque las emociones y sensaciones están ancladas en el alma y ella necesita del cuerpo para desprender esa energía. El cuerpo actúa como un drenaje a través del cual el alma deshecha la energía que la está perturbando.
Parecería ser que con la estructura psíquica pasa algo similar. En efecto, durante la regresión, al traer un traumatismo antiguo a la conciencia y vivenciarlo en el cuerpo intensamente, se produce una gran catarsis emocional o abreacción. Alcanzado el origen del trauma, su estructura se resquebraja, se desintegra y desaparece. Al desaparecer la estructura del trauma, se modifica todo el sistema psíquico y la persona alcanza un estado de comprensión diferente y superior. Espontáneamente, la persona  deja de tener ciertas reacciones porque ya no está la espina irritativa que frente a determinados estímulos provocaba esas reacciones, pudiendo vivir el presente aquí y ahora tal como es.

En el proceso terapéutico de una regresión podemos observar tres etapas.

1) Identificación  
El paciente se encuentra en la experiencia de vida pasada experimentando todo lo que le sucede al personaje de esa vida. Aquí es donde se produce la descarga emocional.

2) Desidentificación  
Desde una posición de testigo, el paciente observa los patrones que influyen en su condición actual, generando la posibilidad de un proceso de aprendizaje y cambio.

3) Transformación   
La sanación se produce no solo por la descarga emocional o abreacción, sino por una comprensión del sentido de la experiencia y su consecuente reestructuración psíquica y vital.

Algunas escuelas utilizan la hipnosis como inducción y suelen disociar a la persona en estados de máxima agitación emocional o dolor físico.
La técnica que propugna mi maestro, José Luis Cabouli, y que tiene su origen en Morris Netherton, no utiliza hipnosis y propicia revivir los hechos de la manera más intensa y parecida a como se vivieron originalmente.

Existen diferentes teorías acerca de la reencarnación.  Algunas afirman que la aparición de los problemas y conflictos dejarían una huella energética que se puede seguir desde el inconsciente. Otras teorías sostienen que solo existen arquetipos o imágenes que reflejan modalidades universales de experiencia y de comportamiento humano.
Como terapeuta, priorizo el resultado o sea, la sanación obtenida al utilizar esta técnica ya que ésta funciona más allá de cualquier creencia, siendo además de gran  utilidad para acceder al inconsciente y hacer un uso terapéutico del material emergente obtenido.

Aplicaciones y beneficios
Los beneficios de la terapia de la regresión se extienden mucho más allá de la mejora de la sintomatología que experimentamos. La sanación tiene lugar en todos los aspectos del ser, incluido el físico, el emocional y el espiritual.
Se aplica en todos los trastornos psicológicos o psicosomáticos tales como: ansiedad, miedos, fobias, depresión, angustia, culpa, rabia, conductas o reacciones exageradas, conflictos en las relaciones (rechazo, sometimiento, abandono, dependencia, ausencia de relaciones, bloqueos sexuales), trastornos con la alimentación (obesidad, bulimia, anorexia) y también como terapia complementaria en enfermedades como la fibromialgia y  el cáncer.
A través de esta terapia se puede:
? Comprender y liberar reacciones emocionales repetitivas de diversos vínculos (pareja, familia, socios, etc.)
? Llegar a recuerdos que muchas veces no podemos evocar a nivel consciente.
? Reeditar las emociones vividas en el pasado determinando una importante posibilidad de generar un proceso catártico  altamente beneficioso para el paciente.
? Liberarnos de culpas pasadas.
? Conocer qué hábitos actuales tuvieron su origen en el pasado y qué roles del pasado es necesario desechar.
? Superar miedos, fobias, y síntomas en general.
? Extraer lecciones a aprender para el alma.
? Conocer nuestro propósito de vida.
? Descubrir talentos y capacidades dormidas e integrar aspectos positivos de nuestra personalidad que estaban aprisionados por otras experiencias.
? Mayor conocimiento de uno mismo.
? Superar el miedo a la muerte.
? Alcanzar otros estados de conciencia y entrar en contacto con niveles de sabiduría internos de nuestro propio ser que nos permitan vivir la vida desde una perspectiva más profunda y verdadera.

Conclusiones
A través del contacto con el sufrimiento y la muerte, como profesional pude abrir la puerta a lo espiritual, una dimensión no explorada por mí en mis años como psicoanalista.
Comencé a nutrirme de autores como Jung, Grof, Wilber y Frankl, entre otros, entendiendo al ser humano no solo como una dualidad mente-cuerpo sino también como un espíritu que practica dicha espiritualidad.
La psicología toda gira sobre la idea de que el inconsciente conserva mucha información traumática que puede modificar y mejorar nuestra existencia si encontramos la forma de traerla a la conciencia.
Las terapias regresivas trabajan sobre este mismo supuesto sin rechazar ningún concepto de la psicología. Simplemente se trata de expandir el campo de la investigación psicológica.
Buscar el trauma desencadenante nos permite entender cuál es la historia que está detrás de cada síntoma y, al ponerlo en palabras, el síntoma deja de ser necesario.
La TVP es una técnica psicoterapéutica, pero también es una experiencia espiritual y un camino de crecimiento ya que nos brinda la posibilidad de  tomar conciencia de que nuestra vida tiene un propósito más amplio que el que normalmente vislumbramos.
No somos seres humanos que tienen experiencias espirituales sino seres espirituales que tienen experiencias humanas.
El trabajo con la regresión se está extendiendo rápidamente por todo el mundo occidental debido a dos razones. En primer lugar por su eficacia y rapidez para resolver conflictos que no fueron resueltos por las terapias tradicionales. La otra razón es la posibilidad de trabajar todos los aspectos que nos integran: el físico, el emocional, el mental, el energético y el espiritual.
No podemos cambiar los hechos que hemos vivido, pero podemos modificar las sensaciones de esas experiencias internas y el impacto que ejercen sobre nuestras vidas.
Por este motivo las terapias de regresión representan un profundo método de transformación que desactivan los condicionamientos de la mente, devolviéndonos la sabiduría del alma.
Cuando el individuo reconoce la importancia de su papel como factor determinante de su destino y logra asumir su responsabilidad en ese rol, la imagen de sí mismo se ve realzada. Todas sus relaciones mejoran, los trastornos psicosomáticos se atenúan y experimenta un bienestar individual y una apertura distinta hacia la vida misma.
Solo resolviendo los problemas fundamentales puede una persona verse libre de los impulsos de autodestrucción y de modelos negativos en los niveles de la mente más profundos, en el espíritu y en el cuerpo.
Si nos animamos a reconocer nuestro lado más oscuro, si trascendemos  nuestras limitaciones y transmutamos los miedos que nos mantienen cautivos, entonces podremos transitar el camino de esta vida con amor y felicidad.