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Una historia de mellizos

Por la Lic. Stella Maris Borgeat

Soy psicóloga, con formación psicoanalítica y desde hace una década trabajo en el área de obstetricia atendiendo interconsultas psicológicas en el momento de la internación de la mujer en trabajo de parto. Habitualmente mi acción se desarrolla hasta el puerperio inmediato, pero en ocasiones puede extenderse hasta dos meses luego del parto cuando la situación así lo requiere.

Luego de mi entrenamiento con la terapia de regresión a vidas pasadas comencé a reconocer situaciones que antes no veía y a relacionarme de manera diferente con el recién nacido. Aprendí que cada acontecimiento significativo que ocurra en el entorno de la madre durante la gestación puede despertar en el feto el recuerdo de una experiencia anterior y provocar en éste reacciones inesperadas. El bebé en formación puede tratar de nacer antes de tiempo si cree que está en peligro o puede enroscarse en el cordón para complicar el parto y no venir a este mundo que siente hostil o puede intentar cualquier otra forma que recuerde como defensa ante agresiones externas.

Del mismo modo, el momento del nacimiento y los primeros días de vida son muy importantes para su futuro. En este período, las palabras del obstetra, del neonatólogo o de las personas que se encuentren en el lugar, aun dichas al pasar, o quizás la actitud de sus padres serán para el bebé sentencias o mandatos que lo afectarán en el futuro.

A partir de este nuevo conocimiento comencé a hablarle a los bebés, aunque confieso que al principio me sentía un poco ridícula. Sin embargo, para mi sorpresa, comencé a obtener respuestas y comprobé que los bebés sí contestan. En cierta ocasión le hablaba a un bebé de tan sólo dos días y le pregunté: "¿Te acordás cuando estabas en la luz y jugabas y te divertías?". Inmediatamente el bebé se rió a carcajadas, ¡y tenía sólo dos días! La enfermera que estaba a mi lado casi se cae de espaldas.

Algunas veces, luego del nacimiento, el recién nacido debe permanecer en neonatología por alguna razón. Es de fundamental importancia tener cuidado con todo lo que se diga cerca de él o de su familia, en particular los diálogos entre los médicos y el resto del personal ya que el bebé percibe todo y esto lo afecta profundamente. La siguiente experiencia trata sobre este tema.

Pedro y Juan son dos mellizos que nacieron por cesárea con placenta bicorial y biamniótica. Esto significa que cada uno de ellos tenía su placenta y su bolsa amniótica y, por lo tanto, no eran gemelos. Nacieron con treinta y siete semanas de gestación y eran prematuros por el peso. Ambos bebés tenían un apgar 9/10 luego de nacer, lo que significa un buen estado general. Sin embargo, a Pedro se le diagnostica poliglobulia (exceso de glóbulos rojos) y a Juan, un importante cuadro de anemia.

Cuando el médico les comunica a los padres la situación, dice en tono de broma: "Cuando estaban en la panza, éste -señalando a Pedro- se comió todo y no le dejó nada a su hermano. Por eso Juan está anémico. Sin embargo, la evolución de Juan es más fácil. Le haremos una transfusión y con eso estará bien. En cambio, este otro (Pedro) por glotón, tardará más en compensarse y poder alimentarse. Eso le pasa por comerse lo del hermano". Estas palabras fueron dichas frente a los recién nacidos y, en los días siguientes, la broma se repitió varias veces de diferentes maneras.

Por ser prematuros en peso ambos bebés son alimentados por vía parenteral. Al sexto día, contra lo que se suponía, el estado de Juan se complica mientras que con Pedro se comienza a probar la tolerancia de calostro materno por vía oral que se le administra por sonda nasogástrica. Al día siguiente Juan fallece y Pedro no tolera el alimento. La dificultad con Pedro persiste al día siguiente por lo que se le realizan una serie de estudios cada vez más complejos sin ningún resultado que justifique el rechazo a la leche materna. Es en este momento cuando se produce mi primer contacto con la madre. Ella está muy dolida por la pérdida de su bebé y teme por el otro niño. Está muy angustiada porque ya había perdido un embarazo anterior de treinta y siete semanas por lo que había puesto muchas expectativas y esperanzas en éste. Además del miedo que la atormenta constantemente se siente culpable por la muerte de Juan porque cree que no lo ha alimentado bien cuando estaba dentro de su vientre. De pronto, me pregunta si es posible que Pedro rechace el alimento porque está triste y extraña a su hermano. Es en ese momento que recuerdo las palabras del neonatólogo y me doy cuenta del impacto que esas palabras, dichas en tono de broma, podrían haber causado en Pedro. Decido entonces trabajar esto con los padres y con el bebé, pero yo no había hablado nada con ellos sobre el karma o las vidas pasadas y no sabía cómo podrían reaccionar. Por otra parte, ya habían pasado por demasiadas experiencias traumáticas en esos días y quedaba poco tiempo porque Pedro empeoraba cada vez más. Les sugiero entonces a los padres que comiencen a hablarle al bebé sobre su hermano y que le explicaran que si bien Juan ya no estaba con ellos él, Pedro, no tenía nada que ver con eso. Que en la panza había suficiente alimento para los dos y que no era su culpa que Juan estuviera anémico porque cada uno tenía su placenta y su cordón. Que le dijeran cuánto lo querían y lo necesitaban y todo lo que ellos sintieran que quisieran decirle.

Por mi parte, yo comencé a acercarme a Pedro y, mientras tomaba su pequeña mano y le acariciaba la cabeza, le hablaba así:

Pedro, acordáte cuando estabas en la panza de mamá. Vos elegiste justo ese momento para venir, te encontraste con Juan y los dos sabían que esto ocurriría. Eligieron esta experiencia porque algo tenían que aprender. No es verdad lo que dijo el doctor. No es verdad que te comiste todo. No le quitaste su alimento, no es tu culpa. No debes dejar de alimentarte ahora. Debes seguir tu camino, el camino que elegiste. Tus padres te aman y quieren verte bien, ellos no te culpan. Mirá la brillante luz de donde viniste. Ahora podés hacerlo y, fijáte, ¿cómo llegaste hasta aquí? Juan te acompañó durante todos estos meses, pero ahora cada uno tiene que seguir su camino por separado. Ya se volverán a encontrar en otro momento.

Ese mismo día toleró la primera toma oral, pero durante la noche volvió a rechazarla. Al día siguiente, sus papás por su lado y yo por mi lado, continuamos con el trabajo de hablarle y, por primera vez desde su nacimiento, se prendió al pecho materno. De allí en adelante continuó alimentándose y fue dado de alta a los pocos días.

Un mes después me encontré nuevamente con su mamá. Ella estaba muy agradecida y me dijo que desde ese día no dejó de hablarle a Pedro. Sobre todo, en los momentos en que ella se ponía triste por el recuerdo de Juan le explicaba a Pedro que más allá de su tristeza ella estaba muy feliz de tenerlo y que lo amaba profundamente al igual que su padre.

Esta es sólo una de las muchas experiencias que ya llevo realizadas con recién nacidos. Ya no me quedan dudas de que el feto dentro del vientre materno y el recién nacido registran y entienden todo lo se habla y lo que se dice en su presencia y reaccionan a su manera ante los dichos de los padres y de los profesionales.

Es mi deseo que los padres puedan encontrar el conocimiento necesario para concebir y recibir a sus hijos con amor, sabiduría y libertad.